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Acabo de hacer una revisión de un reloj chino, un Seagull, que es homenaje del Submariner y que por tanto lleva el archi-conocido tipo de fondo de esta marca.
Claro, para hacer la revisión, lo primero que hay que hacer es abrir el dichoso fondo y con ese enganche tan peculiar, o tienes una llave especial o tienes un problema.
Hace bastante, leí en otro foro un método para fabricarse uno mismo la llave de apertura de estas tapas, usando un pegamento de dos componentes en barra, de esos que se modelan como si fuesen una plastelina. En su día, me pareció una idea brillante a recordar.
Casualmente tengo por casa un bote con resina de poliéster. Para los que no conozcan el tema, la resina de poliéster es un liquido muy viscoso, con una consistencia parecida a la de la miel. Cuando a este liquido se le añade un catalizador, el liquido se transforma, en unos minutos, en un bloque solido de plástico, de poliéster claro está.
La resina de poliéster puede ser toxica por inhalación (debe usarse en un lugar bien ventilado) y puede ocasionar irritación en la piel, las mucosas o los ojos. (usar gafas y ropa protectora). También es muy inflamable.
En contrapartida a estas desventajas, la resina de poliéster no es cara. Un kilogramo me costó unos 6 euros y para esto he usado unos 20 cc.
La resina de poliéster se ha usado, durante muchos años, junto con la fibra de vidrio. Sobre un molde se extiende la resina de poliéster (como si fuese una pintura) y antes de que fragüe, sobre esta especie de pintura, se aplica la capa de fibra de vidrio. El poliéster le da la cohesión al conjunto y la fibra de vidrio aporta su magnifica resistencia.
La forma en la que procedí es la siguiente.
Se corta un pequeño trozo de tubo metálico. El diámetro debe ser un poco mayor que el de la zona de enganche del fondo. La longitud es poco importante.
Se coloca el trozo de tubo sobre el fondo del reloj.
Este va a ser el recipiente, o mejor dicho, el molde, en el que verteremos la resina de poliéster.
Pero claro, así sin mas, la resina se saldría por la rendija que queda entre la tapa y el tubo.
La solución es muy fácil, un poco de plastelina, de la que usan los niños para jugar, colocada todo alrededor, como si fuese una bufanda.
Por cierto, en esta fotografía podéis ver que la rosca para la corona roscada está rota de cuajo. Es algo que, mas tarde, tuve que reparar.
Un detalle del conjunto visto desde dentro.
En el espacio que queda entre el tubo y los dientes de agarre de la tapa, será donde el poliéster forme la llave para abrir la tapa.
Otro “por cierto”, lo que se ve pegado en la tapa es como una lamina de plástico protector, pero muy dura y muy adherida, que no se quería soltar.
Ahora se prepara la resina. Para esto, en un vasito de plástico de usar y tirar, se echa un poco de resina. Para medir la cantidad y echarla fácilmente, se puede usar una jeringuilla desechable. Para medir y añadir el catalizador que le corresponda, se puede usar otra jeringuilla desechable, mas pequeña, por ejemplo, una para insulina.
Este es el vaso que usé, con un palito dentro, pues hay que removerlo todo muy bien.
Vertemos la resina, del vaso a nuestro molde. Lo llenamos hasta cerca del borde.
Ahora esperamos a que la resina se vuelva solida. Esto solo tarda unos pocos minutos, pero mientras la resina es liquida, bien puede escaparse por algún lado.
¡Ops! ¡Una fuga!
No pasa nada, como es muy pequeña, sencillamente se añade un trocito de plastelina por encima, cuidando mucho de no producir una fuga mayor con la manipulación de nuestro molde.
No he dicho que conviene usar un “desmoldeante”
Aunque la resina de poliéster no es propiamente un adhesivo, se amolda tan fielmente a las paredes de su molde, que suele quedar muy unida a los objetos en los que fragua. Para evitar esto se usan sustancias que se interpongan entre el molde y la resina manteniendo una cierta separación entre ellas. Yo he usado un aerosol de silicona, que forma una finísima capa sobre la que casi nada es capaz de pegarse, pero también se puede usar una fina capa de vaselina o de nivea, por ejemplo, que también sirven.
Para controlar cuando la resina ha fraguado, es muy útil conservar el vaso donde la hemos preparado, con lo que ha sobrado dentro. Esto será nuestro testigo.
La reacción química del fraguado de la resina es exotérmica (desprende calor), esto es, conforme va fraguando, se va calentando ella sola .
La cantidad que veis en las fotografías fue capaz de calentarse a si misma hasta unos 50 º pero si se usa una cantidad grande y se deja fraguar en bloque, puede calentarse lo suficiente como para llegar a incendiarse. Por lo tanto hay que tomar las precauciones necesarias.
Una vez solido el poliéster, puede quitarse la plastelina y manipularlo sin problemas.
Si sacamos el trozo que ha fraguado dentro del vaso, vemos lo fielmente que se han copiado las inscripciones del vaso de plástico.
Todo este proceso es bastante mas largo de contarlo que de hacerlo, ademas la técnica es bastante sencilla.
Para usar esta llave que hemos construido, hay que sujetar sólidamente el reloj y se hace girar el tubo metálico con la resina dentro.
Para tener un buen agarre con el que girar el bloque de resina, lo mas fácil que se me ocurrió fue hacer un taladro pasante, por el que introducir una barra de metal.
La tapa se desenroscó fácilmente. En esta imagen, la tapa está todavía unida a nuestro cilindro.
Para soltar la tapa de la resina, solo hubo que hacer un poco de palanca con una pequeña navaja, igual que cuando se abre un fondo a presion o cuando se quita un bisel.
La tapa y nuestra nueva llave.
Un detalle de como el poliéster ha copiado los dientes que lleva la tapa para abrirla.
Esta llave la podemos guardar, para futuras aperturas de este mismo reloj u otro que tenga el mismo sistema y tamaño.
Un ultimo detalle.
Ya dije que el fondo llevaba una especie de lamina plástica pegada, muy difícil de quitar. Para desprenderla he usado un truco que me dio mi amiga Yolanda. Lo dejé en remojo con un limpiador de cocina anti-grasa. Después de una hora, la lamina plástica se caía con solo tocarla.
Como siempre, espero haberos entretenido.

Claro, para hacer la revisión, lo primero que hay que hacer es abrir el dichoso fondo y con ese enganche tan peculiar, o tienes una llave especial o tienes un problema.
Hace bastante, leí en otro foro un método para fabricarse uno mismo la llave de apertura de estas tapas, usando un pegamento de dos componentes en barra, de esos que se modelan como si fuesen una plastelina. En su día, me pareció una idea brillante a recordar.
Casualmente tengo por casa un bote con resina de poliéster. Para los que no conozcan el tema, la resina de poliéster es un liquido muy viscoso, con una consistencia parecida a la de la miel. Cuando a este liquido se le añade un catalizador, el liquido se transforma, en unos minutos, en un bloque solido de plástico, de poliéster claro está.
La resina de poliéster puede ser toxica por inhalación (debe usarse en un lugar bien ventilado) y puede ocasionar irritación en la piel, las mucosas o los ojos. (usar gafas y ropa protectora). También es muy inflamable.
En contrapartida a estas desventajas, la resina de poliéster no es cara. Un kilogramo me costó unos 6 euros y para esto he usado unos 20 cc.
La resina de poliéster se ha usado, durante muchos años, junto con la fibra de vidrio. Sobre un molde se extiende la resina de poliéster (como si fuese una pintura) y antes de que fragüe, sobre esta especie de pintura, se aplica la capa de fibra de vidrio. El poliéster le da la cohesión al conjunto y la fibra de vidrio aporta su magnifica resistencia.
La forma en la que procedí es la siguiente.
Se corta un pequeño trozo de tubo metálico. El diámetro debe ser un poco mayor que el de la zona de enganche del fondo. La longitud es poco importante.

Se coloca el trozo de tubo sobre el fondo del reloj.

Este va a ser el recipiente, o mejor dicho, el molde, en el que verteremos la resina de poliéster.
Pero claro, así sin mas, la resina se saldría por la rendija que queda entre la tapa y el tubo.
La solución es muy fácil, un poco de plastelina, de la que usan los niños para jugar, colocada todo alrededor, como si fuese una bufanda.

Por cierto, en esta fotografía podéis ver que la rosca para la corona roscada está rota de cuajo. Es algo que, mas tarde, tuve que reparar.
Un detalle del conjunto visto desde dentro.
En el espacio que queda entre el tubo y los dientes de agarre de la tapa, será donde el poliéster forme la llave para abrir la tapa.

Otro “por cierto”, lo que se ve pegado en la tapa es como una lamina de plástico protector, pero muy dura y muy adherida, que no se quería soltar.
Ahora se prepara la resina. Para esto, en un vasito de plástico de usar y tirar, se echa un poco de resina. Para medir la cantidad y echarla fácilmente, se puede usar una jeringuilla desechable. Para medir y añadir el catalizador que le corresponda, se puede usar otra jeringuilla desechable, mas pequeña, por ejemplo, una para insulina.
Este es el vaso que usé, con un palito dentro, pues hay que removerlo todo muy bien.

Vertemos la resina, del vaso a nuestro molde. Lo llenamos hasta cerca del borde.


Ahora esperamos a que la resina se vuelva solida. Esto solo tarda unos pocos minutos, pero mientras la resina es liquida, bien puede escaparse por algún lado.


¡Ops! ¡Una fuga!
No pasa nada, como es muy pequeña, sencillamente se añade un trocito de plastelina por encima, cuidando mucho de no producir una fuga mayor con la manipulación de nuestro molde.
No he dicho que conviene usar un “desmoldeante”
Aunque la resina de poliéster no es propiamente un adhesivo, se amolda tan fielmente a las paredes de su molde, que suele quedar muy unida a los objetos en los que fragua. Para evitar esto se usan sustancias que se interpongan entre el molde y la resina manteniendo una cierta separación entre ellas. Yo he usado un aerosol de silicona, que forma una finísima capa sobre la que casi nada es capaz de pegarse, pero también se puede usar una fina capa de vaselina o de nivea, por ejemplo, que también sirven.

Para controlar cuando la resina ha fraguado, es muy útil conservar el vaso donde la hemos preparado, con lo que ha sobrado dentro. Esto será nuestro testigo.
La reacción química del fraguado de la resina es exotérmica (desprende calor), esto es, conforme va fraguando, se va calentando ella sola .
La cantidad que veis en las fotografías fue capaz de calentarse a si misma hasta unos 50 º pero si se usa una cantidad grande y se deja fraguar en bloque, puede calentarse lo suficiente como para llegar a incendiarse. Por lo tanto hay que tomar las precauciones necesarias.
Una vez solido el poliéster, puede quitarse la plastelina y manipularlo sin problemas.
Si sacamos el trozo que ha fraguado dentro del vaso, vemos lo fielmente que se han copiado las inscripciones del vaso de plástico.

Todo este proceso es bastante mas largo de contarlo que de hacerlo, ademas la técnica es bastante sencilla.

Para usar esta llave que hemos construido, hay que sujetar sólidamente el reloj y se hace girar el tubo metálico con la resina dentro.
Para tener un buen agarre con el que girar el bloque de resina, lo mas fácil que se me ocurrió fue hacer un taladro pasante, por el que introducir una barra de metal.


La tapa se desenroscó fácilmente. En esta imagen, la tapa está todavía unida a nuestro cilindro.

Para soltar la tapa de la resina, solo hubo que hacer un poco de palanca con una pequeña navaja, igual que cuando se abre un fondo a presion o cuando se quita un bisel.
La tapa y nuestra nueva llave.

Un detalle de como el poliéster ha copiado los dientes que lleva la tapa para abrirla.
Esta llave la podemos guardar, para futuras aperturas de este mismo reloj u otro que tenga el mismo sistema y tamaño.

Un ultimo detalle.
Ya dije que el fondo llevaba una especie de lamina plástica pegada, muy difícil de quitar. Para desprenderla he usado un truco que me dio mi amiga Yolanda. Lo dejé en remojo con un limpiador de cocina anti-grasa. Después de una hora, la lamina plástica se caía con solo tocarla.
Como siempre, espero haberos entretenido.