Claudio
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Trozo de “Sociología y Teología de la técnica”, Martín Brugarola, 1967.
[...] El tercer gran invento [los otros dos, según el autor, son la imprenta y el papel] fue la relojería mecánica. Aparatos arcaicos sustituyeron a la clepsidra. Las abadías utilizaban el cuadrante solar. Lentamente fue mejorando la relojería mecánica con motores a pie y acabó por reemplazar los antiguos procedimientos. Los primeros relojes privados fueron objeto de gran lujo. Poco a poco el reloj se hizo portátil y accesible a todos.
La creación del reloj mecánico tuvo notables repercusiones sobre la civilización. El trabajo industrial se pudo escalonar; se hizo posible aumentar el rendimiento; se pudo llegar a establecer la regularidad implacable de los movimientos celestes; los hombres se pudieron hacer con la idea de que estos fenómenos dependen de causas indefectibles, con la certeza de que la naturaleza está gobernada por fuerzas que matemáticamente se pueden determinar; es decir, se llegaba al fundamento mismo de la ciencia.
[...] El tercer gran invento [los otros dos, según el autor, son la imprenta y el papel] fue la relojería mecánica. Aparatos arcaicos sustituyeron a la clepsidra. Las abadías utilizaban el cuadrante solar. Lentamente fue mejorando la relojería mecánica con motores a pie y acabó por reemplazar los antiguos procedimientos. Los primeros relojes privados fueron objeto de gran lujo. Poco a poco el reloj se hizo portátil y accesible a todos.
La creación del reloj mecánico tuvo notables repercusiones sobre la civilización. El trabajo industrial se pudo escalonar; se hizo posible aumentar el rendimiento; se pudo llegar a establecer la regularidad implacable de los movimientos celestes; los hombres se pudieron hacer con la idea de que estos fenómenos dependen de causas indefectibles, con la certeza de que la naturaleza está gobernada por fuerzas que matemáticamente se pueden determinar; es decir, se llegaba al fundamento mismo de la ciencia.