Salv@
New member
Buenos días.
Quería presentarme a los miembros del foro.
Se os ha unido otro loco por los relojes que siente esa cosa no se qué que todos conocéis cuando está junto a esas piezas que todos deseamos admirar.
Quizá será algún tipo de demencia que padezco desde que me llega la memoria, pero en el fondo ver un reloj en su marcha me transmite una alegría en su batir que, inexplicablemente, no todo el mundo parece apreciar. Para mí un reloj es como un animalito mecánico que tiene la capacidad de sobrevivir a su propio creador. Un trozo de ingenio dispuesto a ofrecer alegría, belleza, perfección, y la abstracta capacidad de medir algo tan aparentemente inexistente como el tiempo.
La capacidad para devolver "a la vida" a estos pequeños (o no tan pequeños) seres mecánicos después de que su corazón estuviese parado, me parece una de las cosas más atractivas que uno podría experimentar. El latir del reloj en es sí un agradecimiento a la persona que lo ha retornado a la vida, aunque sólo sea por haberle dado cuerda después de agotarla.
Las personas que se dedican a la noble profesión de traer a la vida a estos incansables y fieles instrumentos me evocan un profundo respeto. Quizá por lo desconocido de la profesión para el común de los mortales, quizá por la dificultad de averiguar qué pasa ahí dentro entre esas ruedas, dientes y muelles tan pequeños. También porque, con su conocimiento, nos ofrecen algo indispensable sin lo que la vida moderna no podría ni siquera ser imaginable: medir el escurridizo tiempo con precisión.
Por todo ello, y para terminar, quería agradecer a todos los relojeros profesionales que crean, traen de nuevo a la vida, o cuidan de los más antiguos relojes, su trabajo absolutamente necesario para mantener nuestra memoria viva en forma de esos latidos mecánicos que nos alegran la existencia.
Para todos ellos quiero enviar un reconocimiento y un agradecimiento por permitirnos disfrutar hoy día de esas piezas que sin ellos ya no serían más que 4 latas en una chatarrería.
Un saludo a todos.
Quería presentarme a los miembros del foro.
Se os ha unido otro loco por los relojes que siente esa cosa no se qué que todos conocéis cuando está junto a esas piezas que todos deseamos admirar.
Quizá será algún tipo de demencia que padezco desde que me llega la memoria, pero en el fondo ver un reloj en su marcha me transmite una alegría en su batir que, inexplicablemente, no todo el mundo parece apreciar. Para mí un reloj es como un animalito mecánico que tiene la capacidad de sobrevivir a su propio creador. Un trozo de ingenio dispuesto a ofrecer alegría, belleza, perfección, y la abstracta capacidad de medir algo tan aparentemente inexistente como el tiempo.
La capacidad para devolver "a la vida" a estos pequeños (o no tan pequeños) seres mecánicos después de que su corazón estuviese parado, me parece una de las cosas más atractivas que uno podría experimentar. El latir del reloj en es sí un agradecimiento a la persona que lo ha retornado a la vida, aunque sólo sea por haberle dado cuerda después de agotarla.
Las personas que se dedican a la noble profesión de traer a la vida a estos incansables y fieles instrumentos me evocan un profundo respeto. Quizá por lo desconocido de la profesión para el común de los mortales, quizá por la dificultad de averiguar qué pasa ahí dentro entre esas ruedas, dientes y muelles tan pequeños. También porque, con su conocimiento, nos ofrecen algo indispensable sin lo que la vida moderna no podría ni siquera ser imaginable: medir el escurridizo tiempo con precisión.
Por todo ello, y para terminar, quería agradecer a todos los relojeros profesionales que crean, traen de nuevo a la vida, o cuidan de los más antiguos relojes, su trabajo absolutamente necesario para mantener nuestra memoria viva en forma de esos latidos mecánicos que nos alegran la existencia.
Para todos ellos quiero enviar un reconocimiento y un agradecimiento por permitirnos disfrutar hoy día de esas piezas que sin ellos ya no serían más que 4 latas en una chatarrería.
Un saludo a todos.
