Onale
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No estoy nada de acuerdo ni con Picón ni con Quique ni con Vegaban. Eso de que es difícil que uno así se salga me mosquea un montón.
Pero dónde están los amigos, dónde aquellos que aprecian en toda su extensión la bondad y la belleza.
Dónde los que evocan los densos bosques, las doncellas de sonrosadas mejillas y los campesinos traspasados de dolor de los cuentos de Grimm, y que están como inspirados en una triste relación amorosa.
Dónde los que oyen una música adecuadamente pastoral y apacible, que se adapta a la visión robada y definitivamente perdida de las palabras, al ver un reloj de este tipo.
Dónde los que oyen el inconfundible acento y sonido del tic tac de un reloj que nos viene a otros como anillo al dedo, ¿dónde?
¿Dónde?
¡Señores, seamos serios!
Picón, serás muy grande, y en muchos aspectos, lo sé, pero ese reloj no te va.
Usted miente, señor Picón, y lo sabe. ¡Ese reloj realmente es mio, y usted, insisto, lo sabe!
Pero dónde están los amigos, dónde aquellos que aprecian en toda su extensión la bondad y la belleza.
Dónde los que evocan los densos bosques, las doncellas de sonrosadas mejillas y los campesinos traspasados de dolor de los cuentos de Grimm, y que están como inspirados en una triste relación amorosa.
Dónde los que oyen una música adecuadamente pastoral y apacible, que se adapta a la visión robada y definitivamente perdida de las palabras, al ver un reloj de este tipo.
Dónde los que oyen el inconfundible acento y sonido del tic tac de un reloj que nos viene a otros como anillo al dedo, ¿dónde?
¿Dónde?
¡Señores, seamos serios!
Picón, serás muy grande, y en muchos aspectos, lo sé, pero ese reloj no te va.
Usted miente, señor Picón, y lo sabe. ¡Ese reloj realmente es mio, y usted, insisto, lo sabe!
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