Claudio
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Disculpa. Estás parcialmente equivocado. Mi libro dice que la Princesa de la Boturia (con be de baca), efectivamente se metió a un monasterio para pasar los últimos días de su vida, cuando ya estaba prácticamente deshauciada puesto que un edema de Linhoff (enfermedad extremadamente rara e incurable, incluso hoy en día) le estaba minando los linfocitos epigástricos, e incluso la moral también. Dicha enfermedad que sufrió la poble princesita le llevó en los últimos años de su vida a gastarse todos sus ahorros en pagar los ungüentos y recetas milagrosas de los galenos que la estaban tratando y como consecuencia de ello se vio obligada a vender su preciado reloj.
En cuanto a su ingreso en un monasterio, efectivamente fue así, pero la razón de su ingreso fue muy distinta a la que los historiadores nos han hecho llegar. Ingresó, en efecto, en un monasterio de padres epiginios, y la verdadera razón de su ingreso fue, más que por otra cosa, para saciar sus irrefrenables deseos sexuales, que unidos a su enfermedad incurable, le estaban haciendo la vida imposible.arty:
¡Así vino, la pobrecita princesica! Pero fácil solución, para su fatal mal, había. Un gran pepino, y no más, hubiera sido suficiente. Pero la gente, que es de por sí muy exagerada, no paraba de... ¡darle al diente! Que si es calabaza o que si es calabacín, ¡qué trajín! Mientras tanto, el "problema" se agrandaba. De buena o de mala gana, poco a poco, la princesita sanaba. Porque lo que se le ofrecía, que no eran aspirinas, le agradaba :nosena: