Hace no muchos meses tuve una grata conversación con un relojero y me enseñó un reloj de sobremesa al que estaba realizando el mantenimiento; no estaba roto, es que se lo habían llevado a limpiar y engrasar interior. En la parte posterior de la tapa de la caja había al menos cuantro anotaciones distintas, tamaño y forma, de las que recuerdo una de los años cuarenta, con dos iniciales, y la mejor, una de 1746 con dos iniciales y "London" a lápiz.
Me creo muy mucho la teoría de que esa costumbre se iniciase como forma de garantía del trabajo realizado ya que esa firma no reporta prestigio ni reconocimiento. Pero más allá de eso me parece una costumbre hermosísima, un profesional que deja huella de su trabajo y que además permite al propietario establecer un vículo un poco más intenso con su reloj. Ojalá pudiera hacer lo mismo yo en mi oficio.